miércoles, noviembre 09, 2011


“Hay mucho brujo malo, por la ambición del dinero”

En unos carteles aparecidos en muros de la zona sur de la ciudad de México, la señora Verónica Castillo, recién llegada de Venezuela, promueve su lectura de cartas, promete atraer al ser amado en sólo 24 horas y asegura no cobrar hasta ver resultados. No obstante que las lluvias y acaso algunas fuerzas maléficas desgarraron algunos anuncios, la convocatoria por ese y otros medios (incluido el Aviso Oportuno) dio buenos resultados y celebra tener, mínimo, cuatro o cinco consultas al día.
Alta, blanca, de facciones finas, ciertamente venezolana y antichavista a morir, recibe (con mallones y un blusón café tejido) en su casa de Paseos del Pedregal. Atiende en una habitación tapizada con telas brillantes tornasoladas; y se conversa en la mesa de lectura sin que los naipes, en principio, deban de ser tendidos (o atendidos). Asegura contar entre sus clientes a funcionarios con la ambición de escalar a los más altos puestos, actores y actrices en busca de amores reales o papeles que los consagren e incluso narcos que pagan por protección divina.
“Acá viene desde la gente más humilde, que uno pensaría que no tiene ni para la consulta, hasta gente importante. También han venido algunos narcos, que piden protección porque hay mucha muerte ahora entre ellos. No puedes quedarles mal, les hago una protección que les dure siete u ocho años y adiós. No me conviene hacerles una protección de menos años y que regresen pronto, sino una que dure y los tenga lejos.”

Brujos buenos, brujos malos

Nació en Caracas. El oficio le viene de familia. “La abuela de mi abuelo, llamada Ana Lucía, leía las cartas. Tenemos descendencia brasileña. Sabía yo que en mi familia se creía en esto, y como a los once años empecé a informarme, a leer libros de parapsicología. Fue entonces que me di cuenta que tenía un sexto sentido, tenía ese don.”
A los 22 años el abuelo le sugirió que estudiara parapsicología, y la inscribió en un instituto de Brasilia al que ella asistió por tres años. Ahí aprendió a hacer limpias de rama, de huevo, de sal, de café, desamarres… Como en el colegio Hogwarts de la saga de Harry Potter, había brujos buenos y brujos malos. “Unos estudiaban para hacer el mal; yo me interesé por la brujería para saber cómo luchar contra ella”, dice.
—¿Qué tanto mal se puede hacer con brujería?
—De matar, no matas: la brujería no te puede matar, pero sí puede arruinar tu vida.
Los profesores enseñaban a los alumnos que todo lo que se hace en la vida se paga, y que siempre es mejor hacer el bien que el mal porque así va uno a recibir cosas buenas.

Más allá de la terapia

En la habitación, que algunos llamarían consultorio, la gente habla de su vida, llora, pide consejos. “Una vez me trajeron un paciente que era muy tarde para mí ayudarlo. Lo intenté, hice de todo. Fue bajando mucho de peso y aun sin comer vomitaba y vomitaba. Llegó a pesar unos 30 kilos. Lo llevaron a cientos de médicos, le hicieron revisiones de la cabeza hasta los pies y nunca encontraron nada. Un médico le dijo: busca ayuda de la brujería, no puedo hacer nada por ti. Mas yo nunca pude averiguar qué le pasó, estaba ya muy mal.”
—¿Cuál es el ritual?
—Primero se tiran las cartas. Yo tengo dos consultas: las cartas tarot y las cartas egipcias, por unas cobro 200 pesos y por las otras 300. De acuerdo a las cartas se puede ver si esa persona necesita algún trabajo, sea de amor, empleo o amarre… y si me decido a hacer el trabajo no cobro hasta ver resultados, es la mejor garantía que puedo dar.
Lo más complicado de su oficio, asegura, es atraer al ser amado en veinticuatro horas. “Cuando puedo hacer un trabajo me meto de cabeza; y cuando veo que es mejor no meterse, ni lo intento.”
—En esto se juega con la fe, con la ilusión de la gente…
—Hay quienes ilusionan mucho a la gente; les dicen: yo te ayudo, págame diez mil pesos, luego tres mil, y pasa un mes, dos meses, años… y al final no obtienen nada. Deja el dinero, que ese va y viene, se juega con los sentimientos de las personas. Lo mejor es creer en el instinto, hay que saber si te mienten o no. Es como si fueras a un dentista y tú ves el consultorio y los instrumentos o su trato, y así sabes si es bueno o malo: o te va a dejar la dentadura perfecta o te va a arruinar lo poco que te queda. Aquí es igual.

Amarres

Se le comenta que en esto de la lectura de cartas y las limpias hay mucho de engaño, de estafa. Parece franca cuando con voz dulce revira: “¿Tú me crees a mí que yo puedo estafar a la gente? Como me ves, ¿tú crees que yo puedo estafar? Sí sé que hay gente que nace con el don pero se aprovecha de la gente humilde para quitarle su dinero, eso lo he visto muchas veces.”
—¿Cuáles son los casos más comunes?
—Acá lo que más pega es el amor. Lamentablemente es así, me da pena decirlo: el amor es la cosa más fuerte que hay en todo el mundo.
—¿Se puede atraer al ser amado cuando éste puede tener ya otros intereses?
—El amor es de dos, es lo que pienso. Si él no quiere a esta muchacha yo no puedo atraerlo a la fuerza. Se atrae al ser amado cuando se tuvo ya una relación con él pero hay otra persona que lo está jalando, endulzando al hombre, al que si una mujer le da un poquito deja todo y se va con ella. Yo se lo quito a la amante y se lo vuelvo con la esposa.
—¿Qué es el amarre?
—El amarre es que alguien te quiere atrapar a la fuerza. Hay hombres que quieren volver con su esposa, sus hijos, pero algo pasa en su cabeza que no pueden hacerlo, una fuerza muy fuerte le impide dejar a esa otra mujer. Y eso lo hace gente como yo, a la que le pagan para hacer la brujería; y a mí me pagan para sacar la brujería, la salación.
—¿Contra qué se combate?
—Contra varias cosas. Hay gente que roba la ropa de las personas y la entierra en un panteón, hay quien prende veladoras encima de la ropa, para que lo hagan sufrir, para que no tenga amor, empleo, para que no se sienta bien consigo mismo.
—¿Y hay mucho brujo malo?
—Hay más malos que buenos, por la ambición del dinero. Por desgracia, es más fácil hacer la maldad que el bien.
—El diablo anda suelto.
—Dios no puede pisar la tierra, nos ilumina, nos protege de muy arriba o manda a sus ángeles. Satanás está aquí, él reina acá.

Noviembre 2011

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